Don Quijote, que aquí no parece un loco sino alguien muy cuerdo y muy sabio, deja hablar por su boca al propio Miguel de Cervantes y en este famoso discurso defiende el oficio de las armas (recordemos que Cervantes había sido soldado, preso en Argel, etc) sobre el oficio de las letras (estudiantes, juristas, poetas...).
OS LO PODÉIS SALTAR. No hay preguntas para este capítulo.
Aprovecho para dejaros la visión que el gran Picasso tuvo de la simpar pareja.

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